sábado, 15 de diciembre de 2007

La bella durmiente

“La bella durmiente del bosque” era el primer cuento del libro que Charles Perrault publicó en 1697. Se trata de la versión que todavía contamos hoy, pero no reproduce en su totalidad la historia original, ya que Perrault omitió muchas de las tremendas peripecias de la hermosa princesa. La primera versión del cuento fue publicada en Italia, en 1636, por Giambattista Basile en su colección titulada “Pentamerone”.
En esta “Bella durmiente” napolitana, unos sabios advierten a un gran rey que su hija recién nacida, Talía, corre el peligro de pincharse con una astilla envenenada oculta entre lino. Aunque el rey prohíbe que entre una sola fibra de lino al palacio, Talía, siendo ya una adolescente, encuentra una rueca para hilar lino, inmediatamente se pincha con una astilla debajo de una uña, y cae muerta.
Agobiado por la pena, el rey deposita el cadáver de su hija sobre un paño de terciopelo, cierra las verjas de palacio y abandona para siempre su bosque. En este punto, nuestra versión moderna y la original divergen.
Un noble que caza en el bosque descubre el palacio abandonado y el cuerpo inerte de la princesa. En vez de limitarse a darle un beso, la viola y se marcha. Nueve meses más tarde, la durmiente Talía da a luz a dos gemelos, un niño y una niña llamados Sol y Luna. Los pequeños son cuidados por las hadas. Un día, el niño chupa el dedo de su madre y extrae la astilla envenenada, con lo que Talía recupera el conocimiento.
Pasan los meses y el noble, recordando su agradable encuentro con la rubia y bella durmiente, visita de nuevo el palacio y la encuentra despierta. Le confiesa que él es el padre de los dos pequeños, y el noble y Talía viven un idilio de una semana antes de que él la abandone de nuevo... para volver junto a su esposa, de la que nunca hace mención.
A partir de aquí, la historia original adquiere un carácter cada vez más rebuscado y gratuito. La esposa del noble se entera de la existencia de los hijos bastardos de su marido, los hace prender y los entrega a su cocinero, con la orden de que degüelle a los dos pequeños y con sus carnes prepare un sabroso guisado. Y cuando su esposo casi ha terminado lo que hay en su plato, ella le anuncia malignamente: “¡Te estás comiendo lo que es tuyo!”.
Durante algún tiempo, el noble cree haberse comido a sus hijos pero resulta que el cocinero, hombre de buen corazón, puso a salvo a los pequeños gemelos y los sustituyó por carne de cabra. La enfurecida esposa ordena que Talía, también capturada, sea quemada viva en una hoguera, pero la Bella Durmiente es salvada en el último instante por el padre de sus hijos
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